Para hablar de «La República» considero importante exponer varios puntos:
1)
Como materialista dialéctico entiendo que no existen las ideas porque
sí sino que responden a unas relaciones de producción determinadas y por
tanto, se corresponde con dicha superestructura o bien juega un papel
progresista. De esto se debe exponer:
2) Platón pertenece al contexto del 427-347 a.C. siendo hijo de una familia aristocrática y discípulo de Sócrates;
3)
La República se escribe 389-369 a.C. y se contextualiza dentro del
marco de la derrota de Atenas y su democracia frente a la aristocracia
espartana. El modelo socioproductivo es el esclavismo.
4)
El principal argumento del libro es determinar la naturaleza de lo
justo e injusto, demostrar la necesidad de la justicia para el hombre y
el Estado y probar la inmortalidad del alma.
El libro
se subdivide en 10 apartados que profundizan en torno al argumento
principal, sin embargo, paralelamente podemos discernir en la
argumentación: «Los verdaderos filósofos son aquellos cuyo espíritu
puede alcanzar el conocimiento inmutable, y que todos los demás que
giran sin cesar en torno de mil objetos siempre mudables serán todo
menos filósofos» (Apartado sexto), este aserto expresa el profundo
idealismo y anti-materialismo. El idealismo expone que existe el
movimiento y el estado de inmutabilidad, el materialismo responde que la
materia está en constante movimiento.
Luego en lo que respecta a la teoría del conocimiento:
«Cómo
debe dividirse el mundo inteligible. [...]. En dos partes: la primera
de las que no puede alcanzar el alma sino sirviéndose de los datos del
mundo visible, que acabamos de dividir, como de otras tantas imágenes,
partiendo de ciertas hipótesis, no para remontarse al principio, sino
para descender a las conclusiones más remotas; mientras que para obtener
la segunda, va de la hipótesis hasta el principio independiente de toda
hipótesis sin hacer ningún uso de las imágennes como en el primer caso y
procediendo únicamente mediante las ideas consideradas en sí mismas»
(Apartado sexto); en el mismo apartado prosigue: «Lo que yo llamo
segunda clase de cosas inteligibles. Son las que el alma comprende
inmediatamente por medio del razonamiento, haciendo algunas hipótesis
que no considera como principios, sino como simples suposiciones, y que
le sirven de grados y de puntos de apoyo para elevarse hasta un primer
principio independiente de toda hipótesis. Se apodera de este principio,
adhiriéndose a todas las conclusiones que de él dependen, desciende
desde allí hasta la última conclusión; pero sin apoyarse en nada
sensible, sino sólo en ideas puras, po las que su demostración comienza,
procede y termina». La concepción idealista de la teoría del
conocimiento expone que el conocimiento obtenido a partir de los
sentidos (conocimiento sensible) es conocimiento en apariencia y no en
esencia. Sólo el conocimiento en esencia puede ser obtenido a través de
las ideas puras, excluyendo todo elemento sensible.
En lo que respecta a la teoría del Estado:
«El
legislador no debe proponerse por objeto la felicidad de una
determinada clase de ciudadanos con exclusión de las demás, sino la
felicidad de todos; que a este fin debe unirse a todos los ciudadanos en
los mismos intereses, comprometiéndose por medio de la persuasión o de
la autoridad a que se comuniquen unos a otros todas las ventajas que
están en posición de procurar a la comunidad; y que al formar con
cuidado semejantes ciudadanos, no pretende dejarlos libres para que
hagan de sus facultades el uso que les acomode, sino servirse de ellos
con el fin de fortificar los lazos del Estado». (Apartado séptimo). Es
importante este párrafo, pues el interclasismo en la interpretación del
Estado va de la mano de la concepción del Estado como una entidad
sometida a la moral de lo justo (La premisa es que un entidad de la
superestructura se somete a otro de la superestructura, no cambiando la
base de relaciones socioeconómicas).
Con respecto a la dialéctica:
«Esta
ciencia, completamente espiritual, puede ser representada por el órgano
de la vista que, según hemos demsotrado, se eleva gradualmente del
espectáculo de los animales al de los astros y, en fin, a la
contemplación del mismo sol. Y así, el que se dedica a la dialéctica,
renunciando en absoluto al uso de los sentidos, se eleva, sólo mediante
la razón, hasta la esencia de las cosas; y si continúa sus indagaciones
hasta que haya percibido mediante el pensamiento la esencia del bien, ha
llegado al término de los conocimientos inteligibles, así como el que
ve el sol ha llegado al término del conocimiento de las cosas visibles».
Continuando en la línea de la teoría del conocimiento, al vaciar la
dialéctica de todo contenido material (sensible), queda reducida al
idealismo, respondiendo a las ideas puras, la dialéctica socrática
recibe el nombre de mayéutica. Parte de que la verdad la puede hallar la
misma persona interpelada a través del diálogo.
«Es
difícil que la constitución de un Estado como el vuestro se altere; pero
como todo lo que nace está destinado a perecer, vuestro sistema de
gobierno no subsistirá eternamente, se disolverá algún día, y he aquí
cómo. Hay, no sólo para las plantas que nacen del seno de la tierra,
sino también para el alma y el cuerpo de los animales que viven sobre su
superficie, cambios de fertilidad y de esterilidad. Estos cambios
tienen lugar cuando cada especie termina y vuelve a comenzar su
revolución circular, la cual es más corta o más larga según que la vida
de cada especie es más larga o más corta». (Apartado octavo). Este
aserto resulta interesante: a la hora de aplicar la dialéctica, por su
carácter idealista (inmutable) el planteamiento del desarrollo es
circular (no existe un desarrollo o cambio) en vez de espiral (saltos
cualitativos).
Para finalizar: En el apartado séptimo
podemos encontrar «La alegoría de la caverna» y en el apartado noveno la
explicación de la felicidad real y la felicidad falsa y cómo va de la
mano según seas más justo o menos justo, donde el tirano es 729 menos
feliz que el Rey (entiéndase el Rey filósofo de Platón), esto es debido
a: «La felicidad del tirano tiene tres veces menos realidad que la del
oligárquico; la del oligárquico tiene tres veces menos que la del Rey.
El número nueve es un número plano, puesto que es el cuadrado de tres.
En seguida, Platón, considerando estas dos felicidades, la una real, y
la otra aparente, como dos sólidos, cuyas dimensiones todas son
proporcionales, y sus distancias de la realidad, 1 y 9, como una de sus
dimensiones, su longitud, por ejemplo, multiplica uno de estos números
dos veces por sí mismo, para tener la relación de dos sólidos, y por
este medio se encuentra la de 1 a 729. [...]. Este cálculo está fundado
sobre el teorema de geometría: los sólidos cuyas dimensiones todas son
proporcionales, están entre sí en razón triplicada o como los cubos de
una de sus dimenciones». Y en el apartado décimo, es donde se expone la
razón de porqué el alma es inmortal: resumiendo expone que el cuerpo
frente a la enfermedad (como las plantas y animales) se degrada y muere,
mientras que el alma frente a las corrupciones del alma jamás muere y
utiliza la fábula de Er el Armenio para su justificación.