viernes, 24 de febrero de 2017

Algunos rasgos de la sociedad canaria en la época de Secundino:



La etapa inicial de Secundino Delgado va a estar signada por una coyuntura de graves crisis en Canarias: se produce la «caída» en los mercados exteriores de la cochinilla a partir de 1874 y se abre un proceso de duras condiciones de vida de las clases populares. La crisis de subsistencia, las carencias y las hambres, la penuria económica en general obligan a la expatriación. Una expatriación que bajo la dimensión emigratoria a América (Cuba, preferentemente), afecta al propio Secundino la muerte de su padre, ocurrida en 1833. La elevada prole familiar y las difíciles condiciones para hallar trabajo en las Islas le impulsan a la obligada expatriación en torno a 1886-87.

Secundino experimenta, tempranamente, la experiencia del VIA-CRUCIS tradicional del pueblo canario en su compleja y dependiente trayectoria histórica desde la conquista castellana.

De un lado, la Restauración borbónica iniciada a partir de 1876 constituye el marco institucional que permite a la oligarquía canaria un contundente control de la sociedad de las Islas. Un control social asfixiante que se posibilita ante el arcaísmo de la situación de las capas populares: analfabetismo situado entre el 80-90% del total poblacional; aislamiento intrainsular e interinsultar, aparte del considerable aislamiento de la metrópoli política; dependencia que se agudiza en las coyunturas de crisis; burguesía débil y con escasa capacidad de ofrecer una alternativa a tal situación y empequeñecida por el doble control socioeconómico: de la oligarquía agraria y de los grupos extranjeros.

La Restauración, por otra parte, permite un proceso sociopolítico totalmente falseado. Farsa electoral y corruptela política que presenta las fórmulas clásicas del caciquismo local, el matonismo, el pucherazo y cantarazo, etc.

Situación sociopolítica que se agudiza por la lucha intracanaria, deformación del mal denominado «problema canario» y que expresa la lucha por la hegemonía del Archipiélago entre los bloques de poder de Tenerife y Gran Canaria, expresada a través del problema de la unidad o división provincial, en unas fases, o de la lucha por la capitalidad propincial en otras. Etapa en que Fernando de León y Castillo consigue el control real de la vida política en Canarias, convertido en el «hombre» clave que garantiza el control restaurador y, el centralismo efectivo de las Islas, siendo sólido baluarte frente a cualquier «veleidad» secesionista o «criollista» de la oligarquía y la burguesía insulares.

En tal marco institucional y sociopolítico se inserta el establecimiento del «modelo capitalista de explotación periférico» en Canarias, a través de los nuevos cultivos centrales (plátano, tomate y papas) y con el control exhaustivo de los circuitos económicos fundalmente por las Cías. y grupos extranjeros en plena fase expansiva y de competencia acumuladora y especulativa.

«Extraído de Vacaguaré».

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