jueves, 9 de marzo de 2017

¡DESARROLLEMOS LA CRECIENTE PROTESTA POPULAR! Sobre la situación revolucionaria (1979):


EL PRESIDENTE MAO TSE-TUNG Y LA SITUACION OBJETIVA EN LOS PAISES ATRASADOS. El Presidente Mao Tse-tung utiliza el término situación objetiva para analizar la situación revolucionaria o las condiciones objetivas de la revolución y su desarrollo en los países atrasados, o sea semifeudales y semicoloniales; parte de la necesidad de penetrar en la esencia de las cosas y no quedarse en las simples apariencias. Para él lo fundamental es tener en cuenta la base semifeudal y la opresión imperialista que pesan sobre los países atrasados en los cuales la revolución es democrática, esto es antifeudal y antiimperialista, y cuyo desarrollo exige la lucha armada del campo a la ciudad a través de bases de apoyo revolucionarias como nuevo Estado que va surgiendo a medida que va destruyéndose el viejo Estado reaccionario terrateniente burocrático. Esto es fundamental para entender las condiciones específicas que adquiere la situación revolucionaria en una sociedad semifeudal y semicolonial y el desarrollo que la misma tiene en estas sociedades.

El Presidente Mao Tse-tung establece las condiciones que conforman la situación objetiva y principalmente las contradicciones que se dan y de cuyo desarrollo derivan el desenvolvimiento de la revolución, en esencia la lucha armada y el triunfo inevitable de la revolución. Como puede verse en el punto 4 de su obra "Una sola chispa puede incendiar la pradera", destaca los siguientes puntos y contradicciones:

1) En el plano internacional, desarrollo de las contradicciones entre los países imperialistas. Evidentemente éstas hoy son más agudas que ayer y la lucha por la hegemonía mundial entre las dos superpotencias, el imperialismo norteamericano y el socialimperialismo soviético, se acrecienta cada día más. Lo cual repercute en nuestro país como contradicciones en el seno de los explotadores, principalmente de la gran burguesía como se ha visto en los últimos tiempos en las facciones de la misma: la burguesía burocrática y la burguesía compradora, lo que lejos de amenguarse seguirá desarrollándose.

2) Contradicción entre los gobernantes reaccionarios y las grandes masas de contribuyentes. Entre nosotros el crecimiento del aparato estatal lleva necesariamente al aumento de impuestos que recae sobre las amplias masas populares y, además, la economía estatal se desenvuelve en constante crisis presupuestaria; el proceso seguido bajo el actual régimen y la situación del presente demuestran palmariamente lo dicho, así como que son las masas populares las que a través de los impuestos indirectos soportan más y más los gastos estatales, situación que se agrava cada vez más y seguirá agravándose.

3) Contradicción entre el imperialismo y la industria nacional. También entre nosotros es evidente esta contradicción; la industria en el país está cada día más sujeta al dominio imperialista y el acceso a sus mercados cada vez más restringido; por otro lado, la agresión de mercaderías extranjeras manejada por el imperialismo restringe la industria nacional y las propias imposiciones financieras del imperialismo la hunden más en la recesión económica agravada incluso por la crisis mundial. Como dijera Mariátegui, el imperialismo no permite el desarrollo de una industria nacional.

4) Contradicción entre la burguesía y la clase obrera. Buscando escapar a sus dificultades los capitalistas "tratan de encontrar una salida a través de la desenfrenada explotación de los obreros, y éstos les oponen resistencia". Esta afirmación del Presidente Mao se comprueba entre nosotros todos los días hasta la saciedad, principalmente la vemos hoy en el desarrollo de la crisis que el país viene padeciendo en los últimos años. En síntesis, vemos como brutalmente se reducen los salarios, se aumenta la jornada y se imponen duras condiciones de trabajo para salvaguardar las ganancias empresariales; pero frente a esto vemos la resistencia del proletariado a través de la lucha huelguística persistente aún contra toda forma de persecución y represión, suspensión de garantías y estado de emergencia.

5) Profundización aún mayor de la contradicción entre la clase terrateniente y el campesinado. En el país el Estado ha asumido el cobro de la renta territorial a través de la deuda agraria, la inversión imperialista principalmente a través del banco agrario y el control de todo el sistema asociativo (cooperativas, SAIS, etc.) en la producción agrícola y, además, mantiene formas serviles de producción sumándose así a la vieja explotación terrateniente feudal. De esta forma se ha agravado la situación del campesinado por la evolución de la feudalidad que imprime la ley agraria y la penetración del capitalismo burocrático en el campo.

6) Los comerciantes en productos nacionales y los productores independientes se ven empujados cada vez más a la quiebra. Actualmente la crisis económica muestra fehacientemente la validez de esta afirmación, basta recordar la situación de quiebra que enfrentan la pequeña producción industrial y el pequeño comercio, así como la pequeña minería; resaltemos la grave situación que soportan los ambulantes sobre los cuales incluso recae la represión. Pero la situación golpea hasta los medianos productores.

7) El gobierno reaccionario incrementa ilimitadamente sus tropas. En el país es evidente el desarrollo y reforzamiento de las fuerzas armadas y policiales de la reacción, tanto en contingente como en armamento, con la creación de nuevos cuerpos represivos y la ampliación de sus funciones y el mayor control que ejerce sobre todas las funciones de la sociedad. Evidentemente, este proceso se desarrollará más.

8) El hambre y el bandolerismo se extienden por todo el país. Las masas populares peruanas soportan hambre crónica, pero hoy con la crisis es mayor aún; las masas realmente, en especial los campesinos pobres no tienen nada que llevarse a la boca y con el hambre viene aparejada la enfermedad que se ceba principalmente con los niños y la juventud. La delincuencia se expande más y más y el abigeato se acrecienta en el campo amparado por las propias autoridades.

9) Las grandes masas campesinas y los pobres de la ciudad se encuentran en una situación en la que apenas pueden subsistir. Esta comprobación que el Presidente Mao hacía en China es también entre nosotros una cruel realidad, la miseria se asienta más y más entre las masas populares de nuestra patria.

10) Por falta de presupuesto muchos estudiantes temen no poder continuar sus estudios. Para el país ésta también es una verdad, el presupuesto de educación, como el de salud, decrece y la educación se agita en una profunda crisis; así muchos estudiantes dejan de estudiar por falta de centros de estudios y, además, por falta de recursos.

11) Por el carácter atrasado de la producción, muchos estudiantes graduados no tienen esperanzas de encontrar empleo. Entre nosotros igualmente se da esta situación, miles de graduados trabajan en todo menos en su profesión.

Así es como el Presidente Mao Tse-tung enjuicia la situación revolucionaria en los países atrasados y al analizar las contradicciones que presenta la situación objetiva encuentra la base material que da sustento a la lucha armada, a su desarrollo y triunfo. De lo expuesto se ve que en nuestro país se da similar situación objetiva y que se desarrollan las mismas contradicciones. Todo esto es sumamente evidente, son realidades que nadie puede negar y, más aún, son contradicciones que se desarrollan y que en modo alguno pueden ser resueltas por un gobierno reaccionario; además, todos sabemos que las contradicciones que no se resuelven se agudizan, por tanto la situación objetiva de nuestro país es y será cada vez más propicia al desarrollo de la revolución, al desarrollo de su forma superior, de la lucha armada; en consecuencia la cuestión es iniciar la lucha armada, esta es la perspectiva inevitable de nuestra condición de país semifeudal y semicolonial. Qué otra perspectiva puede tener nuestra patria? qué otro camino podemos seguir en el Perú? qué otra esperanza pueden tener nuestras masas populares y el proletariado?

El Presidente Mao Tse-tung concluyendo su análisis decía:

Comprendiendo todas estas contradicciones, sabremos en qué desesperada situación en que caótico estado se encuentra China y veremos que inevitablemente y muy pronto surgirá el auge de la revolución dirigida contra los imperialistas, los caudillos militares y los terratenientes. Toda China está llena de leña seca, que arderá pronto en una gran llamarada.

Siguiendo nuestro país las mismas leyes de la revolución, siendo similar nuestra situación e igual nuestra perspectiva, podemos pensar de distinta manera?. No, en modo alguno.

Pero, además, el Presidente Mao Tse-tung ha establecido una brillante distinción entre situación revolucionaria en desarrollo y situación revolucionaria estacionaria, como puede verse en el punto 3 del capítulo II de su obra "Por qué puede existir el poder rojo en China?". El Presidente Mao parte de que en un país semifeudal y semicolonial, como es el nuestro, siempre existe situación revolucionaria, o situación objetiva, como él llama, para el desarrollo de la lucha armada pero que ésta se da en dos formas: 1) situación revolucionaria estacionaria y 2) situación revolucionaria en desarrollo. Más aún, analizando sus planteamientos, podemos decir que una situación revolucionaria estacionaria puede ser convertida en situación revolucionaria en desarrollo por acción de las condiciones subjetivas sobre la situación objetiva; esto es muy importante de tener presente. Además hay que diferenciar el desarrollo desigual de la situación revolucionaria y tener en cuenta que ésta incluso puede darse en una región y que la propia acción revolucionaria puede generalizarla a todo el país y que, además, la lucha armada puede iniciarse en medio de un repliegue general de la revolución como lo prueba el levantamiento de la cosecha de otoño, de agosto 1927 en China.

Partido Comunista del Perú.

viernes, 3 de marzo de 2017

Apunte autobiográfico (José Carlos Mariátegui):






«Aunque soy un escritor muy poco autobiográfico, le daré yo mismo algunos datos sumarios. Nací el 1895. A los 14 años entré de alcanza-rejones en periódico. Hasta 1919 trabajé en el diarismo, primero en "La Prensa", luego en "El Tiempo", finalmente en "La Razón". En este último diario patrocinamos la reforma universitaria. Desde 1918, nauseado de política criolla me orienté resueltamente hacia el socialismo, rompiendo con mis primeros tanteos de literato inficionado de decadentismo y bizantinismo finiseculares, en pleno apogeo. De fines de 1919 a mediados de 1923 viajé por Europa. Residí más de dos años en Italia donde desposé una mujer y algunas ideas. Anduve por Francia, Alemania, Austria y otros países. Mi mujer y mi hijo me impidieron llegar a Rusia. Desde Europa me concerté con algunos peruanos para la acción socialista. Mis artículos de esa época señalan estas estaciones de mi orientación socialista. A mi vuelta al Perú, en 1923, en reportajes, conferencias en la Federación de Estudiantes, en la Universidad Popular, artículos, etc., expliqué la situación europea e inicié mi trabajo de investigación de la realidad nacional, conforme al método marxista. En 1924 estuve, como ya lo he contado, a punto de perder la vida. Perdí una pierna y me quedé muy delicado. Habría seguramente ya curado del todo con una existencia reposada. Pero ni mi pobreza ni mi inquietud espiritual me lo consienten. No he publicado más libros que el que Ud. conoce. Tengo listos dos y en proyecto otros dos. He aquí mi vida en pocas palabras. No creo que valga la pena hacerla notoria; pero no puedo rehusarle los datos que Ud. me pide. Me olvidaba: soy un autodidacta. Me matriculé una vez en letras en Lima, pero con el solo interés de seguir el curso de latín de un agustino erudito. Y en Europa frecuenté algunos cursos libremente, pero sin decidirme nunca a perder mi carácter extra-universitario y tal vez, si hasta anti-universitario. En 1925 la Federación de Estudiantes me propuso a la Universidad como catedrático en la materia de mi competencia; pero la mala voluntad del Rector y, seguramente, mi estado de salud, frustraron esta iniciativa.»

miércoles, 1 de marzo de 2017

La cuestión agraria (Joseph Stalin):

I


Asistimos a la demolición del viejo régimen, el campo está en efervescencia. Los campesinos, ayer aun sumidos en la ignorancia y humillados, se ponen hoy en pie, enderezan las espaldas. El movimiento campesino, ayer aun sin fuerza, hoy, como impetuoso torrente, se precipita contra el viejo régimen: ¡fuera del camino; sino, os barreremos! “Los campesinos quieren la tierra de los terratenientes”, “los campesinos quieren acabar con los restos del régimen de servidumbre”: tales son los clamores que resuenan hoy en las aldeas y en los pueblos insurreccionados de Rusia. 
Se equivocan los que piensan hacer callar a balazos a los campesinos; la realidad nos ha enseñado que así se aviva y agudiza más aún el movimiento revolucionario de los campesinos.
Se equivocan, asimismo, quienes intentan apaciguar a los campesinos con promesas vacías y “Bancos campesinos": los campesinos quieren la tierra, la ven hasta en sueños y, naturalmente, no se tranquilizarán mientras no se apoderen de las tierras de los terrateniente. ¿Qué pueden darles las promesas vacías y “Bancos campesinos”?

Los campesinos quieren apoderarse de las tierras de los terratenientes. Siguiendo eso camino quieren acabar con los restos del régimen de servidumbre, y quien no traicione a los campesinos debe tratar de resolver precisamente sobre esta base la cuestión agraria.

Mas, ¿cómo pueden obtener los campesinos las tierras de los terratenientes?

Se dice que la única salida está en un "rescate ventajoso" de las tierras. El gobierno y los terratenientes tienen muchas tierras libres, nos dicen estos señores, y si los campesinos las rescatan, todo se arreglará y, de este modo, los lobos quedarán ahítos y las ovejas incólumes. Pero, al hablar así, no se les ocurre preguntar cómo van a rescatar los campesinos dichas tierras, cuando se les ha arrancado ya no sólo el dinero, sino hasta su propia piel. ¡Y no piensan que con el rescate meterán a los campesinos únicamente las tierras malas, y las buenas tierras se las quedarán, como lo supieron hacer cuando la “liberación de los siervos”! Y además, ¿por qué los campesinos deben rescatar las tierras que los pertenecen desde tiempos inmemoriales? ¿Acaso no están regadas con el sudor de los campesinos tanto las tierras del Estado como las de los terratenientes, acaso no pertenecían a los campesinos estas tierras, acaso no se les arrebató a los campesinos este patrimonio de sus padres y de sus abuelos? ¿Dónde está, pues, la justicia, cuando se exige a los campesinos el rescate por unas tierras que se les ha arrebatado a ellos mismos? ¿Y acaso la cuestión del movimiento campesino es una cuestión de compraventa? ¿Acaso el movimiento campesino no se propone la liberación de los campesinos? ¿Pero quién liberará del yugo de la servidumbre a los campesinos sí no los campesinos mismos? Y estos señores nos aseguran que a los campesinos los liberarán los terratenientes, a condición de recibir un poco de dinero al contado. ¿Y qué os figuráis? ¡Resulta que esta "liberación" debe ser realizada bajo la dirección de la burocracia zarista, de esa misma burocracia que más de una vez ha recibido a los campesinos hambrientos con el fuego de cañones y ametralladoras!...
¡No! A los campesinos no les salvará el rescate de las tierras. Quienes les aconsejan un "rescate ventajoso", son unos traidores, puesto que tratan de hacer caer a los campesinos en las redes tendidas por traficantes intermediarios y no quieren que la liberación de los campesinos sea obra de los campesinos mismos.
Si los campesinos quieren apoderarse de las tierras de los terratenientes, si por este medio deben acabar con los vestigios del régimen de servidumbre, si un "rescate ventajoso" no les salvará, si la liberación de los campesinos debe ser obra de los campesinos mismos, está fuera de toda duda que la única vía es la incautación de las tierras de los terratenientes, es decir, su confiscación.
Esta es la salida.
Se pregunta: ¿hasta dónde debe llegar la confiscación, tiene ésta límites, deben incautarse los campesinos sólo de una parte de las tierras o de todas ellas?
Algunos dicen que incautarse de todas las tierras es demasiado, que basta con incautarse sólo de una parte para satisfacer a los campesinos. Admitámoslo, pero ¿qué debemos hacer si los campesinos exigen más? No vamos a ponernos en medio del camino, diciéndoles: ¡deteneos, no vayáis más allá! ¡Esto sería reaccionario! ¿Y acaso los acontecimientos en Rusia no han demostrado que los campesinos exigen, efectivamente, la confiscación de todas las tierras de los terratenientes? Además, ¿qué significa "incautarse de una parte", qué parte debe ser incautada a los terratenientes: la mitad o un tercio? ¿Quién debe resolver esta cuestión: los terratenientes solos o los terratenientes y los campesinos juntos? Como veis, aquí queda todavía mucho margen para los intermediarios, aquí son todavía posibles los regateos entre los terratenientes y los campesinos, y esto se halla por completo en pugna con la liberación de los campesinos. Los campesinos deben asimilar de una vez para siempre la idea de que con los terratenientes no se regatea, sino se lucha. No hay que recomponer el yugo de la servidumbre, sino destrozarlo a fin de aniquilar para siempre los restos del régimen de servidumbre. "Incautarse sólo de una parte" significa dedicarse a la compostura de los restos del régimen de servidumbre, lo cual es incompatible con la liberación de los campesinos.
Está claro que el único camino es incautarse de todas las tierras de los terratenientes. Sólo esto puede llevar hasta el fin el movimiento campesino, sólo esto puede fortalecer la energía del pueblo, sólo esto puede aventar los restos caducos del régimen de servidumbre.
Así, pues: el movimiento de nuestros días en el campo es un movimiento democrático de los campesinos. El objetivo de este movimiento es acabar con los restos del régimen de servidumbre. Y para acabar con ellos es necesaria la confiscación de todas las tierras de los terratenientes y del Estado.
Ciertos señores nos echan en cara: ¿por qué la socialdemocracia no ha exigido hasta ahora la confiscación de todas las tierras, por qué hasta ahora no ha hablado más que de la confiscación de los "recortes"?
Esto ha sido, señores, porque en 1903, cuando el Partido hablaba de los "recortes", el campesinado de Rusia aún no había sido atraído al movimiento. El deber del Partido era lanzar en el campo una consigna que encendiese el corazón de los campesinos y los alzase contra los restos del régimen de servidumbre. Precisamente esta consigna fue la de los “recortes”, que recordaban con diáfana claridad al campesinado de Rusia la injusticia de los restos del régimen de servidumbre.
Sin embargo, después cambiaron los tiempos. El movimiento campesino se desarrolló. Ahora no hace falta despertarlo: sin ello está ya en ebullición. Hoy no se trata de cómo debe ser puesto en movimiento el campesinado, sino de que deben exigir los campesinos que se han puesto en movimiento. Está claro que aquí son necesarias reivindicaciones concretas, y el Partido dice a los campesinos que deben exigir la confiscación de todas las tierras de los terratenientes y del Estado.
Y esto significa que todo tiene su tiempo y su lugar, ante los "recortes" como la confiscación de todas las tierras.


II


Hemos visto que el actual movimiento del campo es un movimiento de liberación de los campesinos, hemos visto también que para liberar a los campesinos es necesario acabar con los restos del régimen de servidumbre que para acabar con tales restos es necesario incautarse de todas las tierras de los terratenientes y del Estado a fin de desbrozar el camino a la nueva vida, al libre desarrollo del capitalismo.
Supongamos que todo esto se ha realizado. Y bien, ¿cómo deben ser distribuidas después esas tierras, a quién deben ser entregadas en propiedad?
Unos dicen que las tierras incautadas deben ser entregadas a la aldea en propiedad común, que ahora ya debe ser abolida la propiedad privada sobre la tierra y, de este modo, la aldea debe ser la dueña absoluta de las tierras, y después la aldea misma distribuirá a los campesinos "lotes" iguales y así se realizará ahora ya el socialismo en el campo; en lugar del trabajo asalariado se implantará el usufructo igualitario de la tierra.
Esto se llama "socialización de la tierra", nos dicen los socialistas revolucionarios.
¿Es aceptable para nosotros tal salida? Ahondemos en la esencia de la cuestión. Comencemos por el hecho de que los socialistas revolucionarios quieren empezar la realización del socialismo por el campo. ¿Es posible esto? De todos es sabido que la ciudad está más desarrollada que el campo, la ciudad es guía del campo, y, por consiguiente, toda obra socialista debe empezar por la ciudad. Sin embargo, los socialistas revolucionarios quieren convertir al campo en guía de la ciudad y obligarle a empezar la realización del socialismo, lo que, naturalmente, es imposible, debido al atraso del campo. De aquí se infiere que el "socialismo" de los socialistas revolucionarios será un socialismo muerto al nacer.
Pasemos a considerar la cuestión de que los socialistas revolucionarios quieren ahora ya realizar el socialismo en el campo. Realizar el socialismo significa aniquilar la producción mercantil, abolir la economía monetaria, demoler el capitalismo hasta sus cimientos y socializar todos los medios de producción. Ahora bien, los socialistas revolucionarios quieren dejar intacto todo eso y socializar tan sólo la tierra, lo que es completamente imposible. Si la producción mercantil permanece incólume, entonces la tierra también se convertirá en una mercancía, un día u otro irá al mercado, y el "socialismo" de los socialistas revolucionarios saldrá despedido por los aires. Está claro que los socialistas revolucionarios quieren realizar el socialismo en el marco del capitalismo, lo que, por supuesto, es inconcebible. Por eso mismo se dice precisamente que el "socialismo" de los socialistas revolucionarios es un socialismo burgués.
Respecto al usufructo igualitario de la tierra, digamos que esto no son sino palabras vacías. El usufructo igualitario de la tierra requiere igualdad de bienes, y entre los campesinos existe la desigualdad de bienes, desigualdad que no puede ser suprimida por la presente revolución democrática. ¿Se puede acaso pensar que el dueño de ocho parejas de bueyes usufructuará la tierra en la misma medida que el labriego que no tiene ni un solo buey? Y los socialistas revolucionarios piensan que con el "usufructo igualitario de la tierra" se destruirá el trabajo asalariado y se pondrá fin al desarrollo del capital, lo que, por supuesto, es un absurdo. Evidentemente, los socialistas revolucionarios quieren luchar contra el ulterior desarrollo del capitalismo y hacer girar hacia atrás la rueda de la historia, y en esto ven la salvación. Pero la ciencia nos dice que la victoria del socialismo depende del desarrollo del capitalismo, y quien lucha contra este desarrollo, lucha contra el socialismo. Por eso mismo a los socialistas revolucionarios se les llama también socialistas reaccionarios.
Sin hablar ya de que los campesinos quieren luchar por la abolición de la propiedad feudal, no contra la propiedad burguesa, sino sobre la base de la propiedad burguesa: quieren distribuirse en propiedad privada las tierras incautadas y no se conformarán con la "socialización de la tierra".
Corno veis, la "socialización de la tierra" es inaceptable.
Otros dicen que las tierras incautadas deben ser entregadas al Estado democrático y que los campesinos no serán más que arrendatarios de la tierra del Estado.
Esto se llama "nacionalización de la tierra".
¿Es aceptable la nacionalización de la tierra? Si tenemos en cuenta que el Estado futuro, por democrático que sea, será, no obstante, un Estado burgués, que a la entrega de las tierras a dicho Estado seguirá el fortalecimiento político de la burguesía, lo cual es extraordinariamente desventajoso para el proletariado rural y urbano; si tenemos en cuenta también que los mismos campesinos estarán en contra de la “nacionalización de la tierra” y no se conformaran sólo con el papel de arrendatarios, cae por su peso que la “nacionalización de la tierra” no corresponde a los intereses del actual movimiento.
En consecuencia, la “nacionalización de la tierra” tampoco es aceptable.
Otros dicen que la tierra debe ser entregada en propiedad a los municipios, y que los campesinos serán arrendatarios de la tierra de los municipios.
Esto se llama “municipalización de la tierra”.
¿Es aceptable la municipalización de la tierra?
¿Qué significa la “municipalización de la tierra”? Significa, en primer lugar, que los campesinos no recibirán en propiedad las tierras que en el curso de la lucha arrebaten a los terratenientes y al Estado ¿Cómo verán esto los campesinos? Los campesinos quieren tener la tierra en propiedad, los campesinos quieren repartirse las tierras incautadas, hasta en sueños ven estas tierras como propiedad suya, y cuando se les diga que las tierras no deben serles entregadas a ellos, sino a los municipios, indudablemente no estarán de acuerdo con los partidarios de la "municipalización". Esto no debemos olvidarlo.
Además, ¿qué debemos hacer si los campesinos, en el ímpetu de la revolución, se apropian de todas las tierras incautadas y no dejan nada para los municipios? No vamos a ponernos en medio del camino, diciéndoles: ¡deteneos, estas tierras deben ser entregadas a los municipios y no a vosotros, os bastará con ser arrendatarios!
En segundo lugar, si aceptamos la consigna de la "municipalización", debemos lanzar desde ahora mismo esta consigna entre el pueblo y debemos desde este instante explicar a los campesinos que las tierras por que luchan, tierras que ellos quieren tener en sus manos, serán entregadas en propiedad a los municipios y no a los campesinos. Naturalmente, si el Partido tiene gran influencia entre los campesinos, es posible que éstos se muestren de acuerdo con el Partido, pero ni que decir tiene que los campesinos no lucharán ya con el empuje de antes, lo cual será pernicioso en extremo para la actual revolución. Y si el Partido no tiene entre los campesinos gran influencia, entonces los campesinos se apartarán de él y le volverán la espalda, lo cual originará un conflicto entre los campesinos y el Partido y debilitará considerablemente las fuerzas de la revolución.
Se nos dirá: los deseos de los campesinos están a menudo en contradicción con el curso del desarrollo y nosotros no podemos desentendernos del curso de la historia y acceder siempre a los deseos de los campesinos; el Partido debe tener sus propios principios. ¡Es la pura verdad! El Partido debe guiarse por sus principios. Pero traicionaría a sus principios el partido que rechazara todas las aspiraciones de los campesinos arriba indicadas. Si la aspiración de los campesinos a apoderarse de las tierras de los terratenientes y a su reparto no está en pugna con el curso de la historia, si esta aspiración, por el contrario, se desprende plenamente de la actual revolución democrática, si la verdadera lucha contra la propiedad feudal sólo es posible sobre la base de la propiedad burguesa, si las aspiraciones de los campesinos expresan precisamente tal tendencia, cae por su peso que el Partido no puede rechazar estas reivindicaciones de los campesinos, pues renunciar al apoyo de estas reivindicaciones significaría renunciar al desarrollo de la revolución. Por el contrario, si el Partido tiene principios, si no quiere convertirse en un freno de la revolución, debe contribuir a la satisfacción de estas aspiraciones de los campesinos. ¡Y estas aspiraciones se hallan en contradicción radical con la "municipalización de la tierra"!
Como veis, tampoco es aceptable la "municipalización de la tierra".


III



Hemos visto que ni la "socialización", ni la "nacionalización", ni la "municipalización", que ninguna de estas soluciones puede satisfacer debidamente los intereses de la revolución actual.
¿Cómo, pues, deben ser distribuidas las tierras incautadas, a quién deben ser entregadas en propiedad?
Está claro que las tierras incautadas por los campesinos deben ser entregadas a los campesinos mismos, para que puedan repartírselas. Así debe resolverse la cuestión planteada arriba. El reparto de las tierras traerá consigo la movilización de la propiedad. Los campesinos con escasos recursos venderán la tierra y se irán proletarizando; los campesinos acomodados adquirirán nuevas tierras y procederán a mejorar la técnica del laboreo, el campo se dividirá en clases, se encenderá una lucha agudizada de clases, y así se colocarán los cimientos del desarrollo posterior del capitalismo.
Como veis, el reparto de las tierras se desprende por sí solo del actual desarrollo económico.
De otro lado, la consigna "La tierra para los campesinos, sólo para los campesinos y para nadie más" animará a los campesinos, les infundirá nuevas fuerzas y ayudará a llevar hasta el fin el movimiento revolucionario en el campo, que ha comenzado ya.
Como veis, también el curso de la revolución actual señala la necesidad del reparto de las tierras.
Los adversarios nos acusan de que así hacemos renacer la pequeña burguesía y de que ello está en contradicción radical con la doctrina de Marx. He aquí lo que escribe "Revolutciónnaia Rossía": "Ayudando a los campesinos a expropiar a los terratenientes, contribuís sin proponéroslo a la entronización de la hacienda pequeñoburguesa sobre las ruinas de formas más o menos desarrolladas ya de la hacienda agraria capitalista. ¿No supone ello "un paso atrás" desde el punto de vista del marxismo ortodoxo?" (v. "Revolutciónnaia Rossía", núm. 75).

Debo decir que los señores "crítico" han involucrado los hechos. Han olvidado que la hacienda de los terratenientes no es una hacienda capitalista, que es una supervivencia de la hacienda feudal, y, por consiguiente, con la expropiación de los terratenientes se destruyen los restos de la hacienda feudal, y no la hacienda capitalista. Han olvidado también que, desde el punto de vista del marxismo a la hacienda feudal nunca ha sucedido directamente ni puede suceder la hacienda capitalista; entre ellas media la hacienda pequeñoburguesa, que reemplaza a la hacienda feudal y después se transforma en hacienda capitalista. Carlos Marx decía ya en el tercer tomo del "Capital" que, en la historia, la hacienda feudal ha sido seguida al principio por la hacienda agraria pequeñoburguesa y únicamente después se ha desarrollado la gran hacienda capitalista: no ha habido ni podía haber un salto directo de la una a la otra. Y sin embargo, estos peregrinos "críticos" nos dicen que la incautación de las tierras de los terratenientes y su reparto ¡son un retroceso desde el punto de vista del marxismo! (Pronto nos acusaran de que también la "abolición del régimen de servidumbre" es un retroceso desde el punto de vista del marxismo, ya que también entonces algunas tierras fueron "incautadas" a los terratenientes y entregadas a los pequeños productores, a los campesinos. ¡Ridículas gentes! No comprenden que el marxismo enfoca todo desde el punto de vista histórico, que desde el punto de vista del marxismo la hacienda agraria pequeñoburguesa es progresiva en comparación con la hacienda feudal, que la destrucción de la hacienda feudal y la instauración de la pequeñoburguesa son una condición imprescindible del desarrollo del capitalismo, el cual desalojará más tarde a esta hacienda pequeñoburguesa.

Sin embargo, dejemos en paz a los “críticos”. La cuestión es que la entrega de las tierras a los campesinos y después su reparto socavan las bases de las supervivencias feudales, preparan el terreno para el desarrollo de la hacienda capitalista, incrementan de modo considerable el ascenso revolucionario, y precisamente por ello son aceptables para el Partido Socialdemócrata.

Así, pues, para demoler los restos del régimen de servidumbre es necesaria la confiscación de todas las tierras de los terratenientes, tierras que deben ser tomadas en propiedad por los campesinos y distribuidas entre ellos, de acuerdo con sus intereses.

Sobre esta base debe ser edificado el programa agrario del Partido.

Se nos dirá: todo eso se refiere a los campesinos, pero ¿qué pensáis hacer con los proletarios agrícolas? Respondemos que si para los campesinos es necesario un programa agrario democrático, para los proletarios del campo y de la ciudad tenemos el programa socialista, en el que se hallan expresados sus intereses de clase, y sus intereses cotidianos son tenidos en cuenta en los dieciséis puntos del programa mínimo, donde se habla de la mejora de las condiciones de trabajo (v. el programa del Partido aprobado en el II Congreso). Por ahora, el trabajo socialista inmediato del Partido se expresa en que éste lleva a cabo propaganda socialista entre los proletarios agrícolas, los agrupa en organizaciones socialistas propias y los fusiona con los proletarios urbanos en un partido político independiente. El Partido desarrolla constantemente su actividad entre este sector de los campesinos y les dice: por cuanto realizáis la revolución democrática, mantened contacto con los campesinos en lucha y combatid contra los terratenientes; pero por cuanto vais hacia el socialismo, uníos resueltamente con los proletarios de la ciudad y luchad de una manera implacable contra todo burgués, sea campesino o noble. ¡Con los campesinos, por la república democrática! ¡Con los obreros, por el socialismo! Esto es lo que el Partido dice a los proletarios agrícolas.

Mientras el movimiento de los proletarios y su programa socialista avivarán el fuego de la lucha de clases, a fin de destruir así para siempre toda división en clases, a su vez el movimiento campesino y su programa agrario-democrático avivarán en el campo el fuego de la lucha de estamentos, a fin de destruir así de raíz toda división en estamentos.

P.S. Al terminar el artículo, hay que hacerse por fuerza eco de la carta de un lector, que nos escribe lo siguiente: "No me ha satisfecho, a pesar de todo, su primer artículo. ¿Acaso el Partido no estaba en contra de la confiscación de todas las tierras? Y si era así, ¿por qué el Partido no hablaba de ello?".

No, estimado lector, el Partido jamás ha estado contra tal confiscación. Ya en el II Congreso, precisamente en el Congreso en que se aprobó el punto sobre los "recortes", ya en aquel Congreso (en 1903), el Partido, por boca de Plejánov y de Lenin, decía que apoyaríamos a los campesinos si exigían la confiscación de todas las tierras. Dos años después (en 1905), ambas fracciones del Partido, los "bolcheviques" en el III Congreso y los "mencheviques" en la I Conferencia, declararon unánimemente que apoyarían por entero a los campesinos en la confiscación de todas las tierras. Después, en los periódicos de las dos tendencias del Partido, tanto en "Iskra" y "Proletari" como en "Nóvaia Zhizn" y "Nachalo", se exhortaba reiteradamente a los campesinos a proceder a la confiscación de todas las tierras... Como ve, el Partido estaba desde el comienzo mismo a favor de la confiscación de todas las tierras, y, por consiguiente, usted no tiene ningún motivo para pensar que el Partido iba a la zaga del movimiento campesino. El movimiento campesino aun no exigían ni siquiera los "recortes", cuando el Partido hablaba ya en su II Congreso de la confiscación de todas las tierras.

Y si usted, a pesar de todo, nos pregunta por qué no incluimos en el programa en aquel mismo año de 1903 la reivindicación de la confiscación de todas las tierras, le responderemos con otra pregunta: ¿por qué los socialistas revolucionarios, en 1900, no incluyeron en su programa la reivindicación de la república democrática? ¿Estaban acaso en contra de esta reivindicación? ¿Por qué entonces hablaban sólo de la nacionalización y hoy nos llenan los oídos con la socialización? Y si hoy no decimos nada en el programa mínimo de la jornada de siete horas, ¿acaso esto significa que estemos contra ella? Así, pues, ¿de qué se trata? Únicamente de que en 1903, cuando el movimiento no se había afianzado aún, la confiscación de todas las tierras habría quedado en el papel; el movimiento, aún débil, no habría podido hacer cumplir esta reivindicación, en vista de lo cual a aquella época correspondía más la consigna de los “recortes”. Pero más tarde, cuando el movimiento se desarrolló y planteó cuestiones prácticas, el Partido debía mostrar que el movimiento no puede ni debe detenerse en los “recortes”, que es necesaria la confiscación de todas las tierras.
Tales son los hechos.

Por último, unas cuantas palabras sobre “Tsnobis Purtseli" (v. el núm. 3033). Este periódico vierte necedades a propósito de la “moda” y del “principio” y asegura que en algún tiempo el Partido erigió en principio los “recortes”. Que esto es una mentira, que el Partido, ateniéndose a los principios, reconocía desde el comienzo mismo ante el mundo entero la confiscación de todas las tierras, lo ha podido ver el lector más arriba. Por lo que se refiere a que "Tsnobis Purtselí" no distingue entre los principios y las cuestiones prácticas, la cosa no es una desgracia: crecerá y aprenderá a distinguirlos.

Publicado con la firma de I. Besoshvili el 17, el 22 y el 23 de marzo de 1906 en los núms. 5, 9 y 10 del periódico “Elva”. Traducido del georgiano.