I
Asistimos a la
demolición del viejo régimen, el campo está en efervescencia. Los campesinos,
ayer aun sumidos en la ignorancia y humillados, se ponen hoy en pie, enderezan
las espaldas. El movimiento campesino, ayer aun sin fuerza, hoy, como impetuoso
torrente, se precipita contra el viejo régimen: ¡fuera del camino; sino, os
barreremos! “Los campesinos quieren la tierra de los terratenientes”, “los
campesinos quieren acabar con los restos del régimen de servidumbre”: tales son
los clamores que resuenan hoy en las aldeas y en los pueblos insurreccionados
de Rusia.
Se equivocan los que
piensan hacer callar a balazos a los campesinos; la realidad nos ha enseñado
que así se aviva y agudiza más aún el movimiento revolucionario de los
campesinos.
Se equivocan, asimismo, quienes intentan apaciguar a los campesinos con promesas
vacías y “Bancos campesinos": los campesinos quieren la tierra, la ven
hasta en sueños y, naturalmente, no se tranquilizarán mientras no se apoderen
de las tierras de los terrateniente. ¿Qué pueden darles las promesas vacías y
“Bancos campesinos”?
Los campesinos quieren apoderarse de las tierras de los terratenientes.
Siguiendo eso camino quieren acabar con los restos del régimen de servidumbre,
y quien no traicione a los campesinos debe tratar de resolver precisamente
sobre esta base la cuestión agraria.
Mas, ¿cómo pueden obtener los campesinos las tierras de los terratenientes?
Se dice que la única salida está en un "rescate ventajoso" de las
tierras. El gobierno y los terratenientes tienen muchas tierras libres, nos
dicen estos señores, y si los campesinos las rescatan, todo se arreglará y, de
este modo, los lobos quedarán ahítos y las ovejas incólumes. Pero, al hablar
así, no se les ocurre preguntar cómo van a rescatar los campesinos dichas
tierras, cuando se les ha arrancado ya no sólo el dinero, sino hasta su propia
piel. ¡Y no piensan que con el rescate meterán a los campesinos únicamente las
tierras malas, y las buenas tierras se las quedarán, como lo supieron hacer
cuando la “liberación de los siervos”! Y además, ¿por qué los campesinos deben rescatar
las tierras que los pertenecen desde tiempos inmemoriales? ¿Acaso no están
regadas con el sudor de los campesinos tanto las tierras del Estado como las de
los terratenientes, acaso no pertenecían a los campesinos estas tierras, acaso
no se les arrebató a los campesinos este patrimonio de sus padres y de sus
abuelos? ¿Dónde está, pues, la justicia, cuando se exige a los campesinos el
rescate por unas tierras que se les ha arrebatado a ellos mismos? ¿Y acaso la
cuestión del movimiento campesino es una cuestión de compraventa? ¿Acaso el
movimiento campesino no se propone la liberación de los campesinos? ¿Pero quién
liberará del yugo de la servidumbre a los campesinos sí no los campesinos
mismos? Y estos señores nos aseguran que a los campesinos los liberarán los
terratenientes, a condición de recibir un poco de dinero al contado. ¿Y qué os
figuráis? ¡Resulta que esta "liberación" debe ser realizada bajo la
dirección de la burocracia zarista, de esa misma burocracia que más de una vez
ha recibido a los campesinos hambrientos con el fuego de cañones y ametralladoras!...
¡No! A los campesinos
no les salvará el rescate de las tierras. Quienes les aconsejan un
"rescate ventajoso", son unos traidores, puesto que tratan de hacer
caer a los campesinos en las redes tendidas por traficantes intermediarios y no
quieren que la liberación de los campesinos sea obra de los campesinos mismos.
Si los campesinos
quieren apoderarse de las tierras de los terratenientes, si por este medio
deben acabar con los vestigios del régimen de servidumbre, si un "rescate
ventajoso" no les salvará, si la liberación de los campesinos debe ser
obra de los campesinos mismos, está fuera de toda duda que la única vía es la
incautación de las tierras de los terratenientes, es decir, su confiscación.
Esta es la salida.
Se pregunta: ¿hasta
dónde debe llegar la confiscación, tiene ésta límites, deben incautarse los campesinos
sólo de una parte de las tierras o de todas ellas?
Algunos dicen que
incautarse de todas las tierras es demasiado, que basta con incautarse sólo de
una parte para satisfacer a los campesinos. Admitámoslo, pero ¿qué debemos
hacer si los campesinos exigen más? No vamos a ponernos en medio del camino, diciéndoles:
¡deteneos, no vayáis más allá! ¡Esto sería reaccionario! ¿Y acaso los
acontecimientos en Rusia no han demostrado que los campesinos exigen, efectivamente,
la confiscación de todas las tierras de los terratenientes? Además, ¿qué
significa "incautarse de una parte", qué parte debe ser incautada a
los terratenientes: la mitad o un tercio? ¿Quién debe resolver esta cuestión:
los terratenientes solos o los terratenientes y los campesinos juntos? Como
veis, aquí queda todavía mucho margen para los intermediarios, aquí son todavía
posibles los regateos entre los terratenientes y los campesinos, y esto se
halla por completo en pugna con la liberación de los campesinos. Los campesinos
deben asimilar de una vez para siempre la idea de que con los terratenientes no
se regatea, sino se lucha. No hay que recomponer el yugo de la servidumbre,
sino destrozarlo a fin de aniquilar para siempre los restos del régimen de
servidumbre. "Incautarse sólo de una parte" significa dedicarse a la
compostura de los restos del régimen de servidumbre, lo cual es incompatible
con la liberación de los campesinos.
Está claro que el único
camino es incautarse de todas las tierras de los terratenientes. Sólo
esto puede llevar hasta el fin el movimiento campesino, sólo esto
puede fortalecer la energía del pueblo, sólo esto puede aventar los
restos caducos del régimen de servidumbre.
Así, pues: el movimiento de nuestros días en el campo es un movimiento
democrático de los campesinos. El objetivo de este movimiento es acabar con los
restos del régimen de servidumbre. Y para acabar con ellos es necesaria la
confiscación de todas las tierras de los terratenientes y del Estado.
Ciertos señores nos echan en cara: ¿por qué la socialdemocracia no ha
exigido hasta ahora la confiscación de todas las tierras, por qué hasta ahora no
ha hablado más que de la confiscación de los "recortes"?
Esto ha sido, señores, porque en 1903, cuando el Partido hablaba de los
"recortes", el campesinado de Rusia aún no había sido atraído al
movimiento. El deber del Partido era lanzar en el campo una consigna que
encendiese el corazón de los campesinos y los alzase contra los restos del
régimen de servidumbre. Precisamente esta consigna fue la de los “recortes”,
que recordaban con diáfana claridad al campesinado de Rusia la injusticia de
los restos del régimen de servidumbre.
Sin embargo, después cambiaron los tiempos. El movimiento campesino se
desarrolló. Ahora no hace falta despertarlo: sin ello está ya en ebullición.
Hoy no se trata de cómo debe ser puesto en movimiento el campesinado,
sino de que deben exigir los campesinos que se han puesto en
movimiento. Está claro que aquí son necesarias reivindicaciones concretas,
y el Partido dice a los campesinos que deben exigir la confiscación de todas
las tierras de los terratenientes y del Estado.
Y esto significa que todo tiene su tiempo y su lugar, ante los
"recortes" como la confiscación de todas las tierras.
II
Hemos visto que el
actual movimiento del campo es un movimiento de liberación de los campesinos, hemos
visto también que para liberar a los campesinos es necesario acabar con los
restos del régimen de servidumbre que para acabar con tales restos es
necesario incautarse de todas las tierras de los terratenientes y del Estado a
fin de desbrozar el camino a la nueva vida, al libre desarrollo del capitalismo.
Supongamos que todo
esto se ha realizado. Y bien, ¿cómo deben ser distribuidas después esas tierras,
a quién deben ser entregadas en propiedad?
Unos dicen que las
tierras incautadas deben ser entregadas a la aldea en propiedad común,
que ahora ya debe ser abolida la propiedad privada sobre
la tierra y, de este modo, la aldea debe ser la dueña absoluta de las tierras,
y después la aldea misma distribuirá a los campesinos "lotes" iguales
y así se realizará ahora ya el socialismo en el campo; en lugar del trabajo
asalariado se implantará el usufructo igualitario de la tierra.
Esto se llama "socialización
de la tierra", nos dicen los socialistas revolucionarios.
¿Es aceptable para
nosotros tal salida? Ahondemos en la esencia de la cuestión. Comencemos por el
hecho de que los socialistas revolucionarios quieren empezar la
realización del socialismo por el campo. ¿Es posible esto? De todos es sabido
que la ciudad está más desarrollada que el campo, la ciudad es guía del campo,
y, por consiguiente, toda obra socialista debe empezar por la ciudad. Sin
embargo, los socialistas revolucionarios quieren convertir al campo en guía de
la ciudad y obligarle a empezar la realización del socialismo, lo que, naturalmente,
es imposible, debido al atraso del campo. De aquí se infiere que el "socialismo"
de los socialistas revolucionarios será un socialismo muerto al nacer.
Pasemos a considerar la
cuestión de que los socialistas revolucionarios quieren ahora ya realizar
el socialismo en el campo. Realizar el socialismo significa aniquilar la
producción mercantil, abolir la economía monetaria, demoler el capitalismo
hasta sus cimientos y socializar todos los medios de producción. Ahora bien,
los socialistas revolucionarios quieren dejar intacto todo eso y socializar tan
sólo la tierra, lo que es completamente imposible. Si la producción mercantil
permanece incólume, entonces la tierra también se convertirá en una mercancía,
un día u otro irá al mercado, y el "socialismo" de los socialistas
revolucionarios saldrá despedido por los aires. Está claro que los socialistas revolucionarios
quieren realizar el socialismo en el marco del capitalismo, lo que, por
supuesto, es inconcebible. Por eso mismo se dice precisamente que el
"socialismo" de los socialistas revolucionarios es un socialismo
burgués.
Respecto al usufructo
igualitario de la tierra, digamos que esto no son sino palabras vacías. El usufructo
igualitario de la tierra requiere igualdad de bienes, y entre los campesinos
existe la desigualdad de bienes, desigualdad que no puede ser suprimida por la
presente revolución democrática. ¿Se puede acaso pensar que el dueño de ocho
parejas de bueyes usufructuará la tierra en la misma medida que el labriego que
no tiene ni un solo buey? Y los socialistas revolucionarios piensan que con el "usufructo
igualitario de la tierra" se destruirá el trabajo asalariado y se pondrá
fin al desarrollo del capital, lo que, por supuesto, es un absurdo. Evidentemente,
los socialistas revolucionarios quieren luchar contra el ulterior desarrollo
del capitalismo y hacer girar hacia atrás la rueda de la historia, y en
esto ven la salvación. Pero la ciencia nos dice que la victoria del socialismo
depende del desarrollo del capitalismo, y quien lucha contra este desarrollo,
lucha contra el socialismo. Por eso mismo a los socialistas revolucionarios se
les llama también socialistas reaccionarios.
Sin hablar ya de que
los campesinos quieren luchar por la abolición de la propiedad feudal, no contra
la propiedad burguesa, sino sobre la base de la propiedad burguesa: quieren
distribuirse en propiedad privada las tierras incautadas y no se conformarán
con la "socialización de la tierra".
Corno veis, la
"socialización de la tierra" es inaceptable.
Otros dicen que las
tierras incautadas deben ser entregadas al Estado democrático y que los campesinos
no serán más que arrendatarios de la tierra del Estado.
Esto se llama "nacionalización
de la tierra".
¿Es aceptable la
nacionalización de la tierra? Si tenemos en cuenta que el Estado futuro, por democrático
que sea, será, no obstante, un Estado burgués, que a la entrega de las tierras
a dicho Estado seguirá el fortalecimiento político de la burguesía, lo cual es
extraordinariamente desventajoso para el proletariado rural y urbano; si
tenemos en cuenta también que los mismos campesinos estarán en contra de la
“nacionalización de la tierra” y no se conformaran sólo con el papel de
arrendatarios, cae por su peso que la “nacionalización de la tierra” no corresponde
a los intereses del actual movimiento.
En consecuencia, la
“nacionalización de la tierra” tampoco es aceptable.
Otros dicen que la
tierra debe ser entregada en propiedad a los municipios, y que los campesinos serán
arrendatarios de la tierra de los municipios.
Esto se llama “municipalización
de la tierra”.
¿Es aceptable la
municipalización de la tierra?
¿Qué significa la
“municipalización de la tierra”? Significa, en primer lugar, que los campesinos
no recibirán en propiedad las tierras que en el curso de la lucha arrebaten a
los terratenientes y al Estado ¿Cómo verán esto los campesinos? Los campesinos quieren
tener la tierra en propiedad, los campesinos quieren repartirse las tierras
incautadas, hasta en sueños ven estas tierras como propiedad suya, y cuando se
les diga que las tierras no deben serles entregadas a ellos, sino a los
municipios, indudablemente no estarán de acuerdo con los partidarios de la
"municipalización". Esto no debemos olvidarlo.
Además, ¿qué debemos
hacer si los campesinos, en el ímpetu de la revolución, se apropian de todas las
tierras incautadas y no dejan nada para los municipios? No vamos a ponernos en
medio del camino, diciéndoles: ¡deteneos, estas tierras deben ser entregadas a
los municipios y no a vosotros, os bastará con ser arrendatarios!
En segundo lugar, si
aceptamos la consigna de la "municipalización", debemos lanzar desde
ahora mismo esta consigna entre el pueblo y debemos desde este instante
explicar a los campesinos que las tierras por que luchan, tierras que ellos
quieren tener en sus manos, serán entregadas en propiedad a los municipios y no
a los campesinos. Naturalmente, si el Partido tiene gran influencia entre los
campesinos, es posible que éstos se muestren de acuerdo con el Partido, pero ni
que decir tiene que los campesinos no lucharán ya con el empuje de antes, lo
cual será pernicioso en extremo para la actual revolución. Y si el Partido no
tiene entre los campesinos gran influencia, entonces los campesinos se
apartarán de él y le volverán la espalda, lo cual originará un conflicto entre
los campesinos y el Partido y debilitará considerablemente las fuerzas de la revolución.
Se nos dirá: los deseos
de los campesinos están a menudo en contradicción con el curso del desarrollo y
nosotros no podemos desentendernos del curso de la historia y acceder siempre a
los deseos de los campesinos; el Partido debe tener sus propios principios. ¡Es
la pura verdad! El Partido debe guiarse por sus principios. Pero traicionaría a
sus principios el partido que rechazara todas las aspiraciones de los
campesinos arriba indicadas. Si la aspiración de los campesinos a apoderarse de
las tierras de los terratenientes y a su reparto no está en pugna con el curso
de la historia, si esta aspiración, por el contrario, se desprende plenamente
de la actual revolución democrática, si la verdadera lucha contra la propiedad
feudal sólo es posible sobre la base de la propiedad burguesa, si las
aspiraciones de los campesinos expresan precisamente tal tendencia, cae por su
peso que el Partido no puede rechazar estas reivindicaciones de los campesinos,
pues renunciar al apoyo de estas reivindicaciones significaría renunciar al
desarrollo de la revolución. Por el contrario, si el Partido tiene principios,
si no quiere convertirse en un freno de la revolución, debe contribuir a la satisfacción
de estas aspiraciones de los campesinos. ¡Y estas aspiraciones se hallan en
contradicción radical con la "municipalización de la tierra"!
Como veis, tampoco es
aceptable la "municipalización de la tierra".
III
Hemos visto que ni la
"socialización", ni la "nacionalización", ni la
"municipalización", que ninguna de estas soluciones puede satisfacer debidamente
los intereses de la revolución actual.
¿Cómo, pues, deben ser
distribuidas las tierras incautadas, a quién deben ser entregadas en propiedad?
Está claro que las
tierras incautadas por los campesinos deben ser entregadas a los campesinos
mismos, para que puedan repartírselas. Así debe resolverse la
cuestión planteada arriba. El reparto de las tierras traerá consigo la
movilización de la propiedad. Los campesinos con escasos recursos venderán la
tierra y se irán proletarizando; los campesinos acomodados adquirirán nuevas
tierras y procederán a mejorar la técnica del laboreo, el campo se dividirá en
clases, se encenderá una lucha agudizada de clases, y así se colocarán los
cimientos del desarrollo posterior del capitalismo.
Como veis, el reparto
de las tierras se desprende por sí solo del actual desarrollo económico.
De otro lado, la
consigna "La tierra para los campesinos, sólo para los campesinos y
para nadie más" animará a los campesinos, les infundirá nuevas fuerzas
y ayudará a llevar hasta el fin el movimiento revolucionario en el
campo, que ha comenzado ya.
Como veis, también el curso de la revolución actual señala la necesidad
del reparto de las tierras.
Los adversarios
nos acusan de que así hacemos renacer la pequeña burguesía y de que ello está
en contradicción radical con la doctrina de Marx. He aquí lo que escribe
"Revolutciónnaia Rossía": "Ayudando a los campesinos a expropiar
a los terratenientes, contribuís sin proponéroslo a la entronización de la
hacienda pequeñoburguesa sobre las ruinas de formas más o menos desarrolladas
ya de la hacienda agraria capitalista. ¿No supone ello "un paso
atrás" desde el punto de vista del marxismo ortodoxo?" (v.
"Revolutciónnaia Rossía", núm. 75).
Debo decir que
los señores "crítico" han involucrado los hechos. Han olvidado que la
hacienda de los terratenientes no es una hacienda capitalista, que es una
supervivencia de la hacienda feudal, y, por consiguiente, con la expropiación
de los terratenientes se destruyen los restos de la hacienda feudal, y no la
hacienda capitalista. Han olvidado también que, desde el punto de vista del marxismo
a la hacienda feudal nunca ha sucedido directamente ni puede suceder la
hacienda capitalista; entre ellas media la hacienda pequeñoburguesa, que reemplaza
a la hacienda feudal y después se transforma en hacienda capitalista. Carlos
Marx decía ya en el tercer tomo del "Capital" que, en la historia, la
hacienda feudal ha sido seguida al principio por la hacienda agraria
pequeñoburguesa y únicamente después se ha desarrollado la gran hacienda
capitalista: no ha habido ni podía haber un salto directo de la una a la otra.
Y sin embargo, estos peregrinos "críticos" nos dicen que la
incautación de las tierras de los terratenientes y su reparto ¡son un retroceso
desde el punto de vista del marxismo! (Pronto nos acusaran de que también la
"abolición del régimen de servidumbre" es un retroceso desde el punto
de vista del marxismo, ya que también entonces algunas tierras fueron
"incautadas" a los terratenientes y entregadas a los pequeños productores,
a los campesinos. ¡Ridículas gentes! No comprenden que el marxismo enfoca todo
desde el punto de vista histórico, que desde el punto de vista del marxismo la
hacienda agraria pequeñoburguesa es progresiva en comparación con la hacienda
feudal, que la destrucción de la hacienda feudal y la instauración de la
pequeñoburguesa son una condición imprescindible del desarrollo del capitalismo,
el cual desalojará más tarde a esta hacienda pequeñoburguesa.
Sin embargo,
dejemos en paz a los “críticos”. La cuestión es que la entrega de las
tierras a los campesinos y después su reparto socavan las
bases de las supervivencias feudales, preparan el terreno para el desarrollo de
la hacienda capitalista, incrementan de modo considerable el ascenso revolucionario,
y precisamente por ello son aceptables para el Partido Socialdemócrata.
Así, pues, para
demoler los restos del régimen de servidumbre es necesaria la confiscación de
todas las tierras de los terratenientes, tierras que deben ser tomadas en
propiedad por los campesinos y distribuidas entre ellos, de acuerdo con sus
intereses.
Sobre esta base
debe ser edificado el programa agrario del Partido.
Se nos dirá:
todo eso se refiere a los campesinos, pero ¿qué pensáis hacer con los
proletarios agrícolas? Respondemos que si para los campesinos es necesario un
programa agrario democrático, para los proletarios del campo y de la
ciudad tenemos el programa socialista, en el que se hallan expresados sus
intereses de clase, y sus intereses cotidianos son tenidos en cuenta en los
dieciséis puntos del programa mínimo, donde se habla de la mejora de las condiciones
de trabajo (v. el programa del Partido aprobado en el II Congreso). Por ahora,
el trabajo socialista inmediato del Partido se expresa en que éste lleva a cabo
propaganda socialista entre los proletarios agrícolas, los agrupa en
organizaciones socialistas propias y los fusiona con los proletarios urbanos en
un partido político independiente. El Partido desarrolla constantemente su
actividad entre este sector de los campesinos y les dice: por cuanto realizáis
la revolución democrática, mantened contacto con los campesinos en lucha y
combatid contra los terratenientes; pero por cuanto vais hacia el socialismo,
uníos resueltamente con los proletarios de la ciudad y luchad de una manera
implacable contra todo burgués, sea campesino o noble. ¡Con los campesinos, por
la república democrática! ¡Con los obreros, por el socialismo! Esto es lo que
el Partido dice a los proletarios agrícolas.
Mientras el
movimiento de los proletarios y su programa socialista avivarán el fuego
de la lucha de clases, a fin de destruir así para siempre toda división
en clases, a su vez el movimiento campesino y su programa
agrario-democrático avivarán en el campo el fuego de la lucha de
estamentos, a fin de destruir así de raíz toda división en estamentos.
P.S. Al terminar el
artículo, hay que hacerse por fuerza eco de la carta de un lector, que nos
escribe lo siguiente: "No me ha satisfecho, a pesar de todo, su primer
artículo. ¿Acaso el Partido no estaba en contra de la confiscación de todas las
tierras? Y si era así, ¿por qué el Partido no hablaba de ello?".
No, estimado
lector, el Partido jamás ha estado contra tal confiscación. Ya en el II
Congreso, precisamente en el Congreso en que se aprobó el punto sobre los
"recortes", ya en aquel Congreso (en 1903), el Partido, por boca de
Plejánov y de Lenin, decía que apoyaríamos a los campesinos si exigían la confiscación
de todas las tierras. Dos años después (en 1905), ambas fracciones del Partido,
los "bolcheviques" en el III Congreso y los "mencheviques"
en la I Conferencia, declararon unánimemente que apoyarían por entero a los campesinos
en la confiscación de todas las tierras. Después, en los periódicos de las dos
tendencias del Partido, tanto en "Iskra" y "Proletari" como
en "Nóvaia Zhizn" y "Nachalo", se exhortaba reiteradamente
a los campesinos a proceder a la confiscación de todas las tierras...
Como ve, el Partido estaba desde el comienzo mismo a favor de la confiscación
de todas las tierras, y, por consiguiente, usted no tiene ningún motivo para
pensar que el Partido iba a la zaga del movimiento campesino. El movimiento
campesino aun no exigían ni siquiera los "recortes", cuando el
Partido hablaba ya en su II Congreso de la confiscación de todas las tierras.
Y si usted, a
pesar de todo, nos pregunta por qué no incluimos en el programa en aquel mismo
año de 1903 la reivindicación de la confiscación de todas las tierras, le responderemos
con otra pregunta: ¿por qué los socialistas revolucionarios, en 1900, no incluyeron
en su programa la reivindicación de la república democrática? ¿Estaban
acaso en contra de esta reivindicación? ¿Por qué entonces hablaban sólo de la
nacionalización y hoy nos llenan los oídos con la socialización? Y si hoy no
decimos nada en el programa mínimo de la jornada de siete horas, ¿acaso esto
significa que estemos contra ella? Así, pues, ¿de qué se trata? Únicamente de
que en 1903, cuando el movimiento no se había afianzado aún, la confiscación de
todas las tierras habría quedado en el papel; el movimiento, aún débil, no
habría podido hacer cumplir esta reivindicación, en vista de lo cual a aquella
época correspondía más la consigna de los “recortes”. Pero más tarde, cuando el
movimiento se desarrolló y planteó cuestiones prácticas, el Partido debía
mostrar que el movimiento no puede ni debe detenerse en los “recortes”, que es
necesaria la confiscación de todas las tierras.
Tales son los
hechos.
Por último, unas
cuantas palabras sobre “Tsnobis Purtseli" (v. el núm. 3033). Este
periódico vierte necedades a propósito de la “moda” y del “principio” y asegura
que en algún tiempo el Partido erigió en principio los “recortes”. Que esto es
una mentira, que el Partido, ateniéndose a los principios, reconocía desde
el comienzo mismo ante el mundo entero la confiscación de todas las
tierras, lo ha podido ver el lector más arriba. Por lo que se refiere a que
"Tsnobis Purtselí" no distingue entre los principios y las cuestiones
prácticas, la cosa no es una desgracia: crecerá y aprenderá a distinguirlos.
Publicado con la
firma de I. Besoshvili el 17, el 22 y el 23 de marzo de 1906 en los núms. 5, 9
y 10 del periódico “Elva”. Traducido del georgiano.