miércoles, 25 de enero de 2017

Fundamentos y orígenes del Materialismo Dialéctico (Julio César Jobet):

La dialéctica es la ciencia de las relaciones generales que existen tanto en la naturaleza como en la historia y el pensamiento y sólo considera a las cosas en sus relaciones más generales de dependencia recíproca y, únicamente, en movimiento.
Las fuentes de la dialéctica son: 1º la observación de los fenómenos de la naturaleza; 2º el estudio de la historia humana y las transformaciones producidas en el curso de las diferentes épocas históricas, transformaciones en el modo de producción, en las formas sociales y en las ideas derivadas de éstas; 3º el estudio del pensamiento en sí. Lo contrario de la dialéctica es la metafísica, es decir, la observación aislada de las cosas y sólo cuando se hallan en estado de reposo. «Para el metafísico, las cosas y sus reflejos intelectuales, las ideas, son objetos de análisis aislados, que deben ser considerados unos tras otros, los unos sin los otros, objetivos invariables, fijos, inmóviles, dados de una vez para siempre. El metafísico piensa por medio de antítesis despojadas de todo término medio. Dice sí o no. Todo lo que esté más allá carece de valor. Para él, una cosa existe o no existe, una cosa no puede ser a la vez ella misma y otra distinta. Lo negativo y lo positivo se excluyen en absoluto. La causa y el efecto se encuentran en franca oposición». La dialéctica, por el contrario, capta los objetos y sus representaciones intelectuales, las ideas, en su movimiento, en su devenir y su perecer. La representación exacta del universo, de su desarrollo y del de la humanidad, así como del reflejo de este desarrollo en la cabeza de los hombres, no puede ser realizada más que por la dialéctica, por la constante observación de las acciones y reacciones infinitas, de las manifestaciones del devenir y del perecer, de los progresos y de las degeneraciones.
El materialismo dialéctico tiene sus raíces en la filosofía griega, especialmente en Heráclito, profundo pensador, quien ha expresado que la transformación de las cosas se sucede de acuerdo con la ley de que el opuesto sale siempre del opuesto, es decir, la transformación se verifica siempre a través de las «contradicciones»; afirmación sintetizada en la fórmula de que «la lucha es la madre de todas las cosas», desarrollando ahí una de las ideas fundamentales de la dialéctica. La lucha de las cosas opuestas es la fuerza motriz de toda transformación, de todo desarrollo. Heráclito aplicó esta ley a las relaciones del ser y no ser, que para él son términos contradictorios, pero contenidos en la idea del devenir, es decir, que la esencia de todas las cosas y de todos los procesos consiste en la coexistencia de los opuestos: todas las cosas están hechas de contradicciones.

Las leyes de la Dialéctica:

Las leyes fundamentales de la dialéctica son tres: ley de la penetración de los opuestos; ley de la negación de la negación y ley de la transformación de la calidad en cantidad y de la cantidad en calidad.
a) Ley de la «Penetración de los opuestos».
Según esta ley, todas las cosas, todas las ideas, todos los fenómenos, llegan finalmente a una unidad. Todas las cosas son a la vez tan absolutamente distintas y opuestas como absolutamente iguales entre sí. La ley de la penetración de los opuestos implica esta ley de la unidad polar de todas las cosas.
El espíritu humano puede agrupar las cosas en unidades, aun las contradicciones y antagonismos más agudos, y, por otra parte, puede de un modo ilimitado, disgregar las cosas en antagonismos. No existe ninguna contradicción que no se pueda llevar a la unidad, ni términos contradictorios entre los cuales no exista ninguna igualdad. No hay cosas iguales entre las que no exista alguna diferencia o contradicción, es decir, el antagonismo entre las cosas es tan ilimitado como su igualdad.
El macho y la hembra son dos términos contradictorios, lo cual no impide que el hombre y la mujer constituyan una unidad y concuerden como variantes de la idea de hombre en general. Son, por lo tanto, completamente iguales en el sentido de que los dos son aspectos del hombre.
El capitalista y el proletario supone un antagonismo histórico, transitorio, que para comprenderlo es preciso colocarse en el punto de vista de la clase trabajadora revolucionaria, ya que no son diferentes uno del otro y la diferencia actual no existirá siempre.
La desigualdad de las cosas es tan ilimitada como su igualdad. Dos gotas de agua nunca serán exactamente iguales. A pesar de que el ser y no ser existen a la vez en el devenir y constituyen partes iguales de este devenir, son en absoluto diferentes y contradictorios.
b) Ley de la «Negación de la Negación».
También se le denomina la ley del desarrollo a través de las contradicciones. Todas las cosas, todas las ideas se mueven, se transformar, se desarrollan, es decir, todas las cosas son procesos.
La negación de la negación tiene un contenido positivo, implica una afirmación. La negación y la afirmación son nociones polares. La negación de la afirmación implica la negación. La negación de la negación implica la afirmación. Hay una doble negación que, en la dialéctica, no restablece la primitiva afirmación ni conduce simplemente al punto de partida, sino que da por resultado una nueva cosa. El proceso de la doble negación hace aparecer propiedades nuevas.
La ley de la negación de la negación, formulada como ley del pensamiento, tiene la siguiente forma: el punto de partida es la proposición positiva o «tesis». El pensamiento comienza con una proposición, una afirmación cualquiera, que se niega o se transforma en su contraria. Esta proposición que niega la primera se llama contradicción o «antítesis». Esta segunda proposión, la antítesis, es negada, a su vez, obteniéndose una tercera proposición o «síntesis», que no es otra cosa que la negación de la tesis y de la antítesis en una proposición positiva superior, obtenida por medio de una doble negación.
Al respecto, es preciso no confundir la unión dialéctica con la simple adición de propiedades de dos cosas opuestas, porque entonces no se tendría un desarrollo dialéctico, sino una mezcla de contrarios que daría por resultado obstaculizar el desarrollo. El desarrollo dialéctico prosigue a través de las negaciones, pues sin éstas no tenemos procesos, desarrollos, ni aparición de propiedades nuevas. Además, lo nuevo que sale del proceso del desarrollo no sólo niega y suprime lo antiguo, sino que lo contiene también.
Tomando, por ejemplo, un grano de trigo. Lo enterramos. Primera negación, pues desaparece para que nazca la espiga, se transforma en planta. La planta crece y produce granos de trigo, después muere. Segunda negación. La planta ha desaparecido después de reproducir el grano de trigo que la originó y además una gran cantidad de nuevos granos de trigo, que pueden tener propiedades nuevas. Estas variaciones son pequeñas, pero su acumulación, según la teoría de Darwin, es el origen de nuevas especies.
Vemos que la doble negación restablece el punto de partida, pero a un nivel más elevado y también en cantidades diferentes.
Aplicando la ley de la negación de la negación al desarrollo de la historia, tenemos el siguiente esquema. Tesis: colectivismo primitivo, que es el punto de partida de todo el desarrollo social, en donde existía la posesión en común de los principales medios de producción. Antítesis: la producción capitalista, evolucionando de la producción privada a través de la producción esclavista y feudal para llegar a la actual producción de mercancías. Síntesis: restablecimiento del colectivismo en un grado superior, en donde la propiedad y la producción son colectivas. La síntesis constituye una nueva fase que contiene el colectivismo primitivo, pues restablece la propiedad colectiva de los medios de producción, y, a su vez, el capitalismo es negado relativa y parcialmente, pues incorpora la técnica y la cooperación que ha engendrado.
c) Ley de la transformación de la Calidad en Cantidad y de la Cantidad en Calidad.
Esta ley significa que el simple aumento de una o varias cosas da por resultado una transformación de la cualidad de las propiedades de ésta o estas cosas, y, recíprocamente, que la transformación cualitativa origina por consecuencia una transformación cuantitativa.
Una cantidad de dinero no puede constituir un capital más que cuando pasa de cierto límite. Diez escudos no constituyen un capital, pero diez mil, sí, en determinadas condiciones. Gracias a un simple cambio de cantidad, se transforma una suma de dinero en capital y adquiere propiedades diferentes, transformándose su cualidad. Si ese capital se aumenta por medio de la concentración y centralización, se produce una nueva transformación cualitativa del capital simple en capital monopolizador. Este capital, según la Economía Política, imprime su sello a toda una fase del desarrollo capitalista, llamada la fase imperialista.
Recíprocamente, desde el momento en que el capital entra en la fase del capital monopolizador, donde adquiere el capital cualidades nuevas, se transforma éstas también en ciertas relaciones cuantitativas. El capital monopolizador alcanza a tasas de beneficio mayores que las del capital simple; los precios de monopolio son mayores en general que bajo un régimen de libre concurrencia.

Los principios esenciales de la Dialéctica:

Marx ha definido la dialéctica como «la ciencia de las leyes generales que rigen el movimiento tanto del mundo exterior como del pensamiento humano». El materialismo dialéctico es el estudio de los fenómenos en su movimiento, de su origen, desenvolvimiento y fin. Considera los fenómenos en sus mutuas relaciones y no como cosas aisladas. La sociedad, la técnica, la moral, las costumbres, los sistemas políticos, se transforman incesantemente. El materialismo dialéctico reacciona, pues, contra el idealismo y el viejo materialismo metafísico, apreciando todas las cosas, en la naturaleza y en la historia, no como hechos acabados e inconmovibles, sino como aparecidos en un momento determinado y en continua transformación, para desaparecer un día y, luego, afirma que el desarrollo se prosigue a través de las contradicciones y que una cosa se desarrolla siempre partiendo de su contrario. Nada en la realidad ni en el cerebro humano, permanece tal como es, sino que se transforma sin cesar. Toda cosa, toda institución, tiene un principio, un fin, pasando por una fase ascendente y otra descendente en su desarrollo. Toda cosa, toda institución y toda idea muere transformándose en su contrario. Nada hay sagrado ni inmutable. Esta fuerza destructora de la dialéctica es la energía motriz más considerable del progreso histórico.
La dialéctica es la forma más general de revolución.
Los principios esenciales de la dialéctica marxista, en opisición a la metafísica, resumidos de los escritores franceses Marcel Prenant, Paul Laberenne y Henri Lefebvre son los siguientes: 1º La dialéctica mira la naturaleza no como una acumulación accidental de objetos, de fenómenos aislados e independientes, sino como un todo unido, coherente, en donde los objetos y los fenómenos se acondicionan recíprocamente. 2º la dialéctica mira la naturaleza no como un estado de reposo y de inamovilidad, sino como un estado de movimiento y de cambio perpetuo, de renovación, de desenvolvimiento incesante, en donde siempre algo nace y de desenvuelve, algo se disgrega y desaparece. 3º La dialéctica considera el desenvolvimiento no como un simple proceso de crecimiento cuantitativo, sino como un verdadero desarrollo que pasa de cambios cuantitativos insignificantes y latentes a cambios aparentes y cualitativos repentinos y operándose a saltos. 4º La dialéctica parte del punto de vista que los objetos y los fenómenos de la naturaleza, implicando contradicciones internas, tienen elementos que desaparecen o que se desarrollan; la lucha de estos contrarios es el contenido interno del proceso de desenvolvimiento, de la conversión de cambios cuantitativos en cambios cualitativos. 5º Como consecuencia, la dialéctica desecha todos los absolutos y las alternativas lógicas excluyentes, pues las contradicciones de la naturaleza son tales, que en ciertos casos no hay oposición entre sí y no.
El materialismo marxista no es otra cosa que la ciencia moderna cuando ella aspira a absorber todos los conocimientos humanos y a ensanchar sin límites su campo de acción, lo cual significa, a su vez, considerar que la experiencia científica no se hace solamente en el laboratorio y no es sólo la obra de los sabios especializados sino que ella comprende también toda la experiencia práctica de las gentes que actúan, y considerar que el hombre y la sociedad humana no son objetos aparte sino que ellos también pueden ser estudiados por métodos científicos rigurosos, con el mismo título que el resto de la naturaleza, de la cual forman parte.
Darwin formuló la teoría del origen animal del hombre como caso particular de la evolución de las especies vivientes. Karl Marx desarrolló la ley del materialismo histórico: la sociedad humana es por su origen, una sociedad animal en la cual, bajo la presión de las necesidades materiales, aparecieron y se han desarrollado elementos de trabajo; la apropiación de estos elementos, llevó a la aparición de la sociedad de las clases y la lucha de clases; y la historia de la sociedad humana, desde entonces, ha estado guiada esencialmente por el proceso de su desenvolvimiento técnico, en sus relaciones con la lucha de clases, explicando esto la evolución intelectual y moral del hombre desde la animalidad.

Síntesis de las afirmaciones del Materialismo Dialéctico:

a) Mientras el idealismo considera el mundo como la encarnación de la «idea absoluta», «del espíritu universal», de «la conciencia», el materialismo filosófico de Marx parte de este principio: el mundo, por su naturaleza es material; los múltiples fenómenos del universo son los diferentes aspectos de la materia en movimiento; las relaciones y el acondicionamiento recíproco de los fenómenos establecidos por el método dialéctico, constituyen las leyes necesarias del desenvolvimiento de la materia en movimiento; el mundo se desenvuelve según las leyes del movimiento y de la materia, y no tiene necesidad de ningún «espíritu universal».
b) Mientras el idealismo afirma que sólo nuestra conciencia existe realmente, que el mundo material, el ser, la naturaleza, no existen más que en nuestra conciencia, en nuestras sensaciones, representaciones y conceptos, el materialismo filosófico marxista parte de este principio: la materia, la naturaleza, el ser, son una realidad objetiva existente fuera e independientemente de la conciencia; la materia es creada primero, pues ella es la fuente de las sensaciones, de las representaciones, de la conciencia, mientras que la conciencia es creada, en segundo lugar, derivada, pues ella es el reflejo de la materia; el pensamiento es el producto de la materia, cuando ella ha alcanzado en su des envolvimiento un alto grado de perfeccionamiento; con más precisión, el pensamiento es producto del cerebro, y el cerebro, el órgano del pensamiento. No se podría, por consiguiente, separar el pensamiento de la materia bajo pena de caer en un error grosero. Tales osn los resultados de la experiencia. Por lo tanto, no queda a los adversarios del materialismo, para salvar su punto de vista, más que comprobar la experiencia misma: declarar, a continuación de Kant y de los otros idealistas, que el conocimiento humano no puede llegar al fondo de las cosas y que éstas son en sí mismas inaccesibles; o aun afirmar, con los idealistas extremistas, que el estado de conciencia de cada uno de nosotros es puramente interior, y no corresponde a ninguna realidad exterior, que no es, en suma, más que sueño personal y sin control. A las divagaciones metafísicas anteriores, Engels responde: «La refutación más decisiva de esta «locura filosófica» como por lo demás de todas las otras, es la práctica, especialmente la experiencia y la industria. Si podemos probar la justeza de nuestra concepción sobre un fenómeno natural, creándolo nosotros mismos, produciéndolo de acuerdo con sus condiciones, y lo que es más, haciéndolo servir para nuestros fines, se ha liquidado la «cosa en sí» inaccesible para Kant. Las sustancias químicas producidas en los organismos vegetales y animales fueron «cosas en sí» hasta que la química orgánica se puso a prepararlas, unas tras otras; por allí, la «cosa en sí» se convirtió en «una cosa para nosotros...»
La realidad del mundo exterior y la exactitud de su conocimiento para el hombre están probadas, en suma, por el hecho de que el hombre ha logrado transformarlo. Esta es la solución del buen sentido dada por el marxismo a los viejos problemas metafísicos, sin cesar renaciendo, del conocimiento, solución contra la cual ninguna argucia filosófica puede nada. Esto está ligado a la constatación de que el hombre no es un simple contemplador del mundo, sino un ser viviente que forma parte, que lo modifica y es modificado por él. Es en este sentido que el darwinismo, afirmando el origen animal del hombre, ha proporcionado al marxismo una de su bases esenciales.
c) Mientras el idealismo declara la imposibilidad de conocer el mundo y sus leyes, no cree en el valor de nuestros conocimientos, no reconoce la verdad objetiva y considera que el mundo está lleno de «cosas en sí» que no pueden jamás ser conocidas por la ciencia, el materialismo filosófico marxista parte del principio de que el mundo y sus leyes son perfectamente cognoscibles, que nuestro conocimiento de las leyes de la naturaleza verificando, por la experiencia, por la práctica, es un conocimiento de valor, que ella tiene la significación de una verdad objetiva; que no hay en el mundo cosas incognoscibles, sino únicamente cosas todavía desconocidas, las cuales serán descubiertas y conocidas por los medios de la ciencia y de la práctica.
El materialismo marxista tiene, entonces, en el desenvolvimiento del conocimiento y en su influencia sobre el porvenir de la humanidad, una confianza sin límites, que da un impulso vigoroso a la voluntad de bús queda en todos los dominios propiamente humanos. La dialéctica materialista, por otra parte, proporciona el método que se adapta exactamente a la dialéctica objetiva de la naturaleza y de la sociedad.
Los hombres han resuelto siempre las contradicciones «por la vía práctica, por medio de la energía práctica». Y la actividad práctica de los hombres considerada en su conjunto, es la praxis. La energía creadora se prolonga y se manifiesta en y por la praxis (la praxis es la actividad total de los hombres, acción y pensamiento, trabajo material y conocimiento). La praxis, resume E. Werden, es doblemente creadora: crea el contacto con la realidad, es decir, el conocimiento y la invención, es d ecir, el descubrimiento. [...]. El fin del materialismo dialéctico no es otro que la expresión lúcida de la praxis y correlativamente la transformación de la praxis actual en una práctica social consciente, coherente y libre. El fin teórico y el fin práctico, el conocimiento y la acción creadora son inseparables para él».

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